-S’il voux plaît…-Suplicó Deneb, bloqueando la puerta con su cuerpo.
-NON.
-Eridani… Por lo que más quieras.
-Non.
-Comme tu veux…
Deneb cogió al niño que pataleó y chilló. Como pudo, le quitó la ropa que aún le quedaba y le metió en la bañera.
-Pas mal.-Rió el pequeño, chapoteando.
-Je t’ai dit…
Suspiró y se sentó al lado de la bañera, agotada. Los mellizos siempre estaban trasteando, y la verdad es que aún no se había acostumbrado del todo a levantarse siempre tan temprano, escuchando sus gritos. Habían salido a Regulus en eso: al alba ya estaban despiertos.
Pero Eridani era agotador. Tenía demasiada energía y siempre estaba pululando a su alrededor. Le quería. Muchísimo. Sabía que era ella la primera en mimarle. Pero muchos días terminaba tan cansada que caía dormida según se tumbaba en la cama.
Era paradójico que se quejase mentalmente de eso, con lo que siempre le había costado dormir. Y sin embargo, echaba demasiado de menos el simple hecho de poder quedarse hablando con Regulus hasta las tantas, de tener tiempo para ellos, de remolonear por las mañanas…
-Les cheveux. Tu dois te laver les cheveux.
-Toi aussi !
Antes de que pudiera detenerlo, el niño vertió jabón sobre el pelo de Deneb, que le detuvo demasiado tarde. “Ahora tendré que lavarme el pelo de verdad, en cuanto le acueste. Y hasta entonces, con el pelo enjabonado…” Suspiró profundamente y trató de lavar el pelo rubio de Eridani, que se retorcía resistiendose.
-Aclaramos y te seco.
-Non. Je ne veux pas surtir.
-¡Eridani !
Él se rió, retirándose hacia el fondo de la bañera. Cuando Deneb se inclinó sobre él para sacarle, atrapó su mano y tiró de ella, desestabilizándola y haciendo que medio cuerpo cayese el la bañera.
Salió quitándose el jabón de los ojos a tiempo para escuchar a Eridani riéndose mientras salía corriendo del baño. Soltó un grito ahogado, cogió la toalla y salió corriendo tras él. Su vestido era fino, y estaba empapado. Hacía frío, así que era fácil que Eridani, totalmente desnudo, se resfriase.
-Viens ici!
Bajó las escaleras tras él, pasando frente a la sala donde los mellizos levantaron la vista del libro que les leía su padre para observarles, aun bastante sorprendidos para empezar a reírse. Regulus sí que tenía ya un asomo se sonrisa y le lanzó una mirada interrogante, alzando una ceja.
-Pas de parole!-Gritó Deneb, sin detener su caza del pequeño de la familia.
Le atrapó llegando al jardín, usando la toalla como una red.
-Vas a estarte quietecito hasta que termine contigo…-Amenazó, secándole el pelo.
Su amenaza no hizo que Eri dejara de reír.
Tras otra interminable lucha por ponerle el pijama y una batalla campal en toda regla para hacer que se acostase, Deneb fue a su dormitorio y se tiró en la cama, boca abajo. Daría lo que fuera por un día de tranquilidad.
Escuchó la risa ronroneante y medio contenida de Regulus, y sus pasos entrando a su habitación.
-No te rías de mí.-Protestó, sin mucho convencimiento. Regulus se sentó a su lado.-Es realmente… Agotador.
-¿Te puede un niño de tres años, Wendy?
Deneb gimió en voz baja sin levantar la cara de la almohada. Regulus volvió a reir, inclinándose sobre ella para besar su hombro aún húmedo.
-Hueles a jabón.
-Tengo que darme un baño para quitarme todo esto. Juste… J’en veux… Descansar un poco.
-Deja que yo te prepare el baño, princesa.
-No te preocupes, Reggie, yo ya….
-Nos lo merecemos, ¿no crees?
Y tras dibujar una sonrisa traviesa, sus labios la besaron con ternura antes de dirigirse al baño por su (al fin) silencioso Nunca Jamás.
Porque solo merece la pena seguir viviendo, por ese segundo de tranquilidad en el que me miras, te miro... y sonríes (aunque sea agotada)
ResponderEliminarJe t'aime
R.A.B.