viernes, 2 de septiembre de 2011

Nana

Detrás de mí.” Murmura mi voz en su mente.

El niño obedece en silencio. Soy sólo una extraña que ha aparecido de la nada diciéndole me tiene que seguirme. Por suerte, siente algo en mí que le transmite confianza. Sabe que no le haré daño. Mis ojos escudriñan alrededor. Tengo que abrir un puente lunar y llevármelo lejos. Pero el rito me llevará tiempo y siento cómo alguien me observa.

Es una trampa. Lo he imaginado desde el principio. Utilizan al niño como cebo porque es a mí a quien quieren ver muerta. No me sorprende. No puedes estar en medio en una guerra entre Olvidados sin ganarte poderosos enemigos.

Aún así, no me arrepiento de venir. Si me quieren a mí muerta hay una posibilidad de que el niño viva después de que me asesinan. No soy tan ingenua como para pensar que es lo más probable. He visto demasiado. He visto cómo mis propios aliados hacían tales atrocidades que ni siquiera había creído posibles. Sé que puede que lo torturen hasta matarlo, o hagan cosas peores con él. Pero si entregando mi vida creo una posibilidad de que el hijo de Athanor viva, me parece ese es un buen motivo para morir.

Un ruido a mi izquierda me hace girar la cabeza, buscando la fuente del sonido. No distingo nada. No escucho nada fuera de lo habitual.

Si yo caigo, corre. Si no puedes correr, no temas. Pase lo que pase, no estarás sólo. Pase lo que pase no te dejaré sólo.”

Está asustado, pero es valiente. ¡Se parece tanto a Athanor! Nunca he mencionado que me había propuesto que creciera a salvo, como agradecimiento a todo lo que su padre hizo por mí. Nunca lo dije porque pensé que le pondría en peligro. Parece que ni incluso callar todo lo que me importa ha sido insuficiente. Le han encontrado, y si muere por mi culpa…

Perdóname.

Escucho el sonido de la plata atravesando mis pulmones antes de sentir el dolor. Una flecha me atraviesa el pecho. No una flecha corriente. Siento la oscuridad expandirse dentro de mí. ¿Veneno?

Mis manos se cierran sobre la flecha, y entonces siento como si otra atravesase mi alma. Grabado en el metal que quema mis manos y mis pulmones reconozco la marca de los señores de las sombras. Y a su lago la runa que Albus llevaba en su armadura, sobre su pecho.

No.

Jadeo. Pequeñas gotas de sangre manchan mis manos. De mi pecho empiezan a manar, lentamente, más sangre de un rojo brillante. Directamente del corazón. Los oídos me pitan. El veneno me ha paralizado de tal forma que no puedo moverme, no puedo sacar la flecha de mi pecho, no puedo coger mi daga ni tratar de sanarme.

Escucho unos pasos, pero soy incapaz de alzar la cabeza y encontrarme con su mirada. “¿Albus? ¡Albus! ¿Eres tú?”

No hay ninguna respuesta. Caigo al suelo. La hierva esta fría y húmeda, mi pecho arde desangrándose. Mi alma se derrama en lágrimas de sangre. Mis ojos se velan de rojo oscuro.

Sé lo que es amar a alguien que ha elegido condenarse. Sé lo que es seguir al lado de alguien que se esfuerza en torturar y masacrar todo lo bueno que le rodea y lo que hay dentro de sí mismo. Sé que no voy a odiarle, que no podría odiarle, aunque Albus mutile al niño hasta la muerte.

“Albus…” Trato de que el débil murmullo mental, llegué hasta él. “Siento no haberme dado cuenta. Siento no haber estado a tu lado cada vez que lo has necesitado. Siento haber sido capaz de ayudar a tanta gente pero no a ti. Siento haberte fallado. Espero no haberte causado mucho daño, me gustaría no haber sido yo la causante de tu odio, de tu dolor. Perdóname, Albus.

Espero que encuentres la paz.”

Nunca sabré si no hay respuesta o si no soy capaz de oírla porque todo se desvanece: El tacto de la hierba bajo mi piel, el sabor de la sangre, el dolor lacerante de mi pecho y mi propio cuerpo.

En el silencio empieza a sonar una melodía dulce, más antigua que la propia tierra. Tranquilizadora como una nana. Me hace sentir cómo si regresase a un hogar que ya he olvidado. Gaia abre sus brazos para recogerme, pero aún tengo una última plegaria para ella antes de deslizarme en su abrazo eterno.

Cuida de ellos. Por favor. Cuida de ellos.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario