martes, 13 de septiembre de 2011

Tú y yo

Sólo en momentos como este sería capaz de reconocer lo que hay entre nosotros.

Realidad y olvido.

Recorro con la yema de mis dedos tu piel. Es cálida, suave y aterciopelada. Huele a fruta, a dulces y a engranajes. Mis manos, a pólvora, cuero y dinamita.

Da igual cuántos años hallas cumplido. Tú seguirás siendo siempre un niño. Un crío brillante, impresionante. Una de las personas más inteligentes del mundo. Un genio… Pero sin dejar de ser un crío. ¿Y yo? Basta con mirarme para saber que nunca fui muy niña. ¿Muñecas? ¿Vestiditos de volantes? ¿Perder el tiempo jugando a las mamás? ¿Hacer amiguitos? No, yo siempre me he comportado como una adulta.

Inocencia y malicia.

Ropa negra, indiferencia por las leyes, inclinación por el mal… ¿Qué has visto en mí? ¿Qué es lo que haces a mi lado, abrazándome en la oscuridad?

Bueno, claro que sé lo que haces. Consigues todo lo que quieres. Así que cuando te fijaste en mí estoy segura de que ya sabías que tarde o temprano me conseguirías. Te daba igual cuantas veces intentase oponerme o los dilemas morales que me creas.

Bondad y maldad.

Entrecierro los ojos, y en venganza aumento ligeramente la presión de mis dedos sobre tu piel, arañándote con mis largas uñas. En lugar de quejarte o apartarte, acaricias mi mano.

-A veces puedes ser realmente cruel.

Y soy yo quien lo dice, así que deberías preocuparte.

Me apartas mechones del pelo de la cara, reafirmando mis palabras.

Luz y oscuridad.

Quiero olvidarme de que existes. Quiero olvidarme de lo que hacemos. Si hago un terrible esfuerzo, logro ocultarme todo esto a mi misma. Pero tú no me lo pones fácil. Cuando consigo ponerme firme tú me arrastras de nuevo, haciendo que pierda el control.

Puede que sea yo la mayor, la que más habla, la que parece que dirige las expediciones o “nuestra relación” (si asumimos que dicha relación existe). Pero sólo lo parece. Tú eres quien me lanza, quien me empuja por el tobogán de la locura, quien me prende fuego para que sea yo la que arda.

Control y caos.

En realidad eres tú el que maneja los hilos, y eso me pone furiosa. ¿Por qué no puedo estar con alguien como Jhonny? Mayor, más maduro en apariencia, pero alguien que no sea capaz de despertar cada una de mis emociones de forma tan bestial como lo haces tú.

El primer rayo de sol abre una brecha azul en el cielo de la noche. No sé cuanto tiempo llevo aquí contigo. Me giro para escabullirme de la trampa de tus brazos. Me miras y me paralizas. Lo que me corta la respiración al mirarte, al adivinar tu cuerpo entre las sombras, es demasiado contradictorio.

Amor y odio.

-Ferb.

Miras expectante.

-No ha pasado nada. Estábamos cansados, repasando los planos y simplemente nos hemos quedado dormidos. No le busques un sentido que no tiene.

Te encoges de hombros mientras yo recojo mi ropa, lo que es una hazaña con esta oscuridad.

Paciencia y negación.

Me marcho. Me sigues con la mirada. Antes de salir me vuelvo.

-Yo… Ferb, te…

Sacudo la cabeza y me doy la vuelta.

-Intenta descansar.

-Te quiero.-Dices, paralizándome.

Tú y yo.

Quiero contestarte algo, pero soy incapaz. Necesito negármelo, así que asiento antes de alejarme.

De todas formas, ya lo sabes demasiado bien.

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