-¡Hora de ir al cole! Vamos despierta, dormilón, que vas a llegar tarde.
Crane despertó desorientado por la risita. Cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad logró distinguir (demasiado cerca) la cara sonriente de Harley.
-¿Pero qué…?- Se incorporó. Seguía en su celda de Arkham y el reloj marcaba las 3:14 Hasta ahí todo le parecía correcto. -¿Cómo y para qué te has colado en mi celda?
-Es un buen momento para una fuga.-Respondió la chica enigma, que estaba cerca de la puerta, cerrada. –O al menos, eso he pensado cuando Harley ha entrado en mi celda con las llaves y los uniformes.
Crane adaptó su vista a la casi inexistente luz para fijarse en que la chica enigma llevaba un uniforme de guardia y Harley uno de psiquiatra, y pudo otro en sus rodillas.
-¿Y los dueños de estos uniformes?
-Dormiditos, en nuestras camitas.-Canturreó la arlequina.
-No es que me muera de ganas por ver como te quitas la ropa, Crane, pero deberías darte prisa en cambiarte.
-Yo no miraré, Profesor.-Harley se tapó exageradamente la cara con las manos. A través de sus dedos, sin embargo había hueco suficiente para mirar cuanto quisiera. Crane salió de la cama y les dio la espalda para cambiarse.
-¿Cuál es el plan? Porque tenemos un plan ¿no?
Por la cara de la chica enigma supuso que había presupuesto demasiado. Suspiró.
-Vale, ¿qué tenemos?
-Las llaves de las celdas y varios pases para acceder a la zona restringida. Y una lámpara.
-No es como mi maza pero sirve para dejar K.O. de un buen golpe.
-Esta bien, escuchad. Soltamos a todos los pacientes, mientras más perturbados mejor. Tenemos que ir sin perder tiempo a las habitaciones del personal y dejar que nos evacuen aprovechando el caos.
-¡Sabía que tendrías un plan, profesor Crane!
-Eso también podría haberlo pensado yo.- Respondió la chica enigma, molesta.
-Pues demuestra lo que vales.
-Me muero de ganas de volver a encontrarme con mi puddin.
La chica enigma también sonrió, colocándose un mechón de pelo tras la oreja. Crane sólo espero que no se dejase llevar por emociones que la distrajeran de su misión, después de todo, él también tenía muchas ganas de continuar con sus estudios. Para él, la emoción más fascinante del ser humano era otra.
-¡Que comience el espectáculo!
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