lunes, 26 de septiembre de 2011

Tu ne vais pas mourir.


No vas a morir.

No pienso permitirlo.
Aunque tenga que seguirte más allá de la vida. Dios… No voy a dejar que mueras. Si hace falta te seguiré a través de la muerte y me pelearé con el mismísimo cielo y el infierno hasta traerte de vuelta.
Tu piel está helada y empapada. Tu pecho no se mueve. Creo que estoy llorando, es difícil saberlo, estoy demasiado ocupada haciendo que expulses todo el agua que has tragado.
No vas a morir.
Porque si mueres… Si mueres…
Ahogo un gemido. Me duele hasta pensarlo.
¿Por qué estás tan frío?
Yo también estoy empapada. El agua también tiraba de mí, tratando de ahogarme. Pero no era mi momento. Tenía que salvarte.
Si mueres el mundo podría dejar de existir. Me daría lo mismo. Tú eras mi luz, Regulus. Tu eras la prueba de que había algo bueno, de que merecía la pena vivir.
Así que no mueras.
No mueras.
No puedes morir. No voy a dejar que lo hagas.
Mis pociones… Ojalá las tuviese aquí conmigo.
No estás muerto, aún te queda algo de pulso. No estas muerto, pero lo pareces.
Saco mi varita, y trato de serenarme lo justo para realizar un hechizo y congelarte en el tiempo.
-Kreacher, por favor. Necesito que me lleves a un sitio.
No puedes morir. Yo voy a cuidar de ti.
Voy a obligarte a vivir aunque no quieras-
Cuando pienso en él. Sé que esto es por su culpa. Y ni siquiera le importaría, si se entera.
Siento una rabia tan profunda que me asusta a mí misma.
Te dejo en el diván, besando tus manos heladas antes de correr hacia la sala de pociones.
Mi abuela me regaló esta casa al morir. Sólo estuve una vez aquí, con ella. Era el rincón secreto de mis abuelos, lo más cerca que podían estar de Inglaterra, y es totalmente secreta. Es perfecta.
¿Cómo olvidar la sala que me enseñó, donde ella había practicado sus pociones? Yo disfrutaba incluso más que ella haciendo venenos, antídotos y cualquier tipo de brebaje mágico.
Los estantes están cubiertos de polvo, pero los ingredientes siguen en orden, etiquetados y envasados. Casi lloro de alivio, pero no hay tiempo para eso.
Y me concentró totalmente en mi poción.
No vas a morir.
Y si tengo que arrancarme el alma para verterla en esta marmita lo haré.
No voy a dejar que mueras.
No puedo, no puedo. Voy a encadenarte a la vida aunque me odies por ello.
Porque tú eres mi vida y yo no me había dado cuenta.
Y si mueres…
Si mueres…
Si mueres te seguiré.
Porque ya no quedará nada para mí en este mundo.
Si mueres, arrástrame contigo. 

1 comentario:

  1. Y me salvaste.

    Tenías miedo, estabs aterrada, lo sé, siempre lo he sabido, pero aún así... me salvaste.

    Nunca fuiste una persona valiente, ni decidido, aceptabas todos los mandatos de tus padres y de la sociedad y nunca abriste la boca... hasta que yo te necesité.

    ¿Yo hago que seas fuerte?

    No me creo tan importante como para serlo...

    Aunque si que hay una cosa que sé seguro que yo provoco en ti, unc ambio tan grande que nadie te reconoce después de ello...

    Porque tú me salvaste... pero yo te salvé a ti.

    Siempre tuyo

    R.A.B.

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