sábado, 24 de septiembre de 2011

En laissant passer du temps

Despierto suavemente, y me tomo mi tiempo en despejar mi mente. La mañana esta bien entrada, iluminando nuestro dormitorio.
Nuestro.
Sonrío adormilada. Me gusta como suena. Nuestro dormitorio. Nuestra casa. Nuestra isla. Nuestro querido Nunca Jamás. Noto tus dedos recorriendo suavemente la línea de mi mandíbula, dibujando un cosquilleo que me hace suspirar. Te inclinas y me besas, dulcemente. Como si fuera la bella durmiente.
Nunca pensé que hubiera una forma tan tierna de empezar un día.
Abro los ojos y me pierdo en los tuyos. Oscuros. Misteriosos. Profundos. Podría estar días sin despegar la mirada de la fuente de sombras que son los tuyos.
-Buenos días, Wendy.
Es tarde. Hace mucho que ha amanecido, y tú sueles despertarte con el sol. ¿Has estado todo esta tiempo a mi lado? Sólo ese pensamiento hace que sienta un cosquilleo por el estómago. Te adoro.
-Bonjour, ma vie.
Sonriendo, cruzas los brazos bajo tu pelo negro, estirándote cual largo eres. Giro para abrazarte, apoyando mi cabeza en tu hombro. Tu piel es suave, y huele a mar y a bosque. Con mis dedos, empiezo a trazar dibujos invisibles sobre el lienzo de tu pecho, cerrando de nuevo los ojos.


Nunca he sido tan perezosa. Dormilona puede ser, cuando no estoy en una época de insomnio. Pero perezosa nunca. Y ahora tengo la impresión de que paso más tiempo en la cama que de pie. No me quejo, me parece estar viviendo un sueño cada vez que me rozas, pero mi educación ha sido muy estricta, y aún resuena en mi memoria la voz de mi padre diciéndome que nunca perdiese el tiempo, que siempre había algo que hacer.
-¿Qué quieres que hagamos hoy, mon petit roi?
-Quiero estar contigo.
-¿Haciendo qué?
Pones una mirada traviesa y me ruborizo.
-Quiero decir, tenemos tiempo para hacer lo que queramos. Ir al bosque, a la playa… -Me miras asintiendo a mis palabras, fingiendo escucharme, pero tu sonrisa traviesa sigue en tus labios.-Podemos coger las escobas.-Acercas tus labios a mi oído, exhalando el aliento, y haciendo que me cueste seguir hablando.
-Suena bien…-Murmuras, antes de besar mi oído haciendo que me estremezca.
-O podemos…-Empiezas a jugar, con tus labios en mi piel, mientras tu brazo me rodea para deslizar por mi hombro el tirante de mi camisón.
No soy lo suficientemente fuerte para resistirme. Tampoco quiero hacerlo y mis labios buscan tu piel mientras mi cuerpo responde al tuyo.


El día transcurre y nosotros abandonamos la cama el tiempo mínimo indispensable. Como si fuese nuestra balsa. Hablamos, reímos o simplemente nos miramos en silencio. Nuestros dedos se entrelazan o juegan con los cabellos del otro; nuestros labios se besan o dibujan sonrisas. No hay ninguna prisa, ningún motivo para separarnos, para hacer nada más mientras el sol repite su camino hasta abandonarnos y dejar que las estrellas brillen en nuestro firmamento.
-Je t’aime.


Si existe el cielo, si existe el paraíso debe de ser muy parecido a esto. ¿No crees?

1 comentario:

  1. Ma vie, el cielo existe, el paraíso existe.

    Y vivimos en él.

    Porque mi cielo y salvación es estar a tu lado.

    Je t'aime.

    R.A.B.

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