Se sentó sobre el banco del piano cabizbaja. Hubiese suspirado, pero ya no podía hacerlo. Se llevó una mano al pecho y la mantuvo ahí, tratando de imitar cómo se elevaría con un suspiro. Pero ya no lo haría nunca, porque ya no necesitaba respirar. Porque dentro de su pecho su corazón ya no volvería a latir. Estaba partido, metafórica y literalmente. Y el de esa niña tonta seguía latiendo, seguía moviendo sus sangre, seguía haciendo que sus pulmones se llenasen y expirasen el aire. Por eso, esa niña tonta seguía siendo la prometida de Victor de forma legítima, aunque fuese ella quien llevase su alianza.
Y Victor estaba vivo, como esa niña tonta. Su piel estaba cálida. Sus labios exhalaban aliento al hablar. ¿Por qué había tenido que despertarla si realmente no quería estar con ella? Quizá nadie podría quererla nunca. Quizá estaba condenada a estar eternamente sola. Muerta y sola.
-Por los siglos de los siglos…-Mustió.
Sus dedos acariciaron las teclas color hueso del viejo piano, como por voluntad propia. Expulsó todo pensamiento de su cabeza, dejándose llevar tan sólo por las emociones sin nombre que entumecían su alma y, cerrando los ojos, dejó que fluyeran a través de su cuerpo, pasando de su corazón a sus manos donde sus dedos las convertían en un lenguaje en clave de fa.
Pena. Soledad. Tristeza. No había forma en el mundo más precisa y hermosa de describir sus sentimientos que dejando que sus manos revolotearan sobre el piano, convirtiendo la herida abierta de su corazón destrozado en una melodía envolvente y melancólica.
Y dejar que esa corriente de notas la arrastrara, como un río, haciendo que por un breve y mágico momento se olvidase de todo, incluso de porqué había empezado a tocarla: De esa niña boba con mirada vacía en un rostro de suave piel cálida; de Victor, con sus gestos nerviosos, su rostro asustado y esa encantadora sonrisa insegura e inocente; de los años y años de frialdad y soledad que pasó esperándole; y el frío, atravesándole el pecho, de la hoja de espada de aquel que le había robado absolutamente todo: Su corazón, su familia, su dinero y su vida
Emily... después de todo deberías comprender, que aunque esa niña tonta pueda respirar... jamás podré tocar el piano con alguien tan maravillosamente perfecto como tú
ResponderEliminarTe quiere
V