Nunca te he escrito, lo sé. Ni siquiera se me ha pasado nunca por la cabeza, pero ahora me siento tan perdida y tan sola… Y necesito contarte esto a tí, precisamente a ti, porque creo que eres la única que podría entenderme.
Me da miedo ser como tú. Muchísimo miedo. Ya se que la mayoría de las niñas sueñan ser como sus madres, pero “madre” es una palabra que yo desearía no haber conocido nunca. Cada vez que aparece trae consigo problemas. Miedo y oscuridad. (Abuela es mucho más dulce. Ahora más que nunca me gustaría poder contar con la abuela Aurore, ella es el recuerdo más cálido de mi infancia. Pero ella se fue y yo necesito escribirte a ti.)
¿Qué hago, Camille? Vago a la deriva en un mar agitado de dudas y miedo. Y estoy sola: Él está encerrado. Lleva tanto tiempo sin querer verme como cuando murió Sirius. Le echo tanto de menos que a veces me falta el aire, que a veces quiero ponerme a chillar. Y menos mal que esta Kreacher, el bendito elfo doméstico. Porque hay días que estoy tan asustada que no recuerdo ni el hechizo más simple ni la receta más básica, y me quedo horas sentada en cualquier rincón con la mirada perdida.
¿Tú crees que Regulus me odia por esto? Yo no quería, tiene que saber que yo no quería que pasase esto. Soy consciente de que soy culpable; debería haber sido más lista, más precavida, no dejar que pasara. Pero ha pasado y no se qué hacer.
Y soy aún más culpable porque realmente podría “remediarlo.” Quiero decir, conozco de sobra varias pociones que harían que esto desapareciera. He debido de hacer cada una de ellas más de cien veces. Me paso días enteros haciendo una y otra vez la misma poción para tirarla luego con el estómago revuelto y ganas de llorar. Pero es que (e incluso tú vas a pensar que estoy loca) ¡le he visto, Camille! Le he visto entre sueños, es un niño y se parece tanto a Regulus que casi parece sacado de mis recuerdos, pero tiene algo mío también. Y sus grandes ojos oscuros son al mismo tiempo inocentes y acusadores. Sabe lo que he estado a punto de hacer cientos de veces, lo que creo que terminaré haciendo. Pero al recordarle soy incapaz, se parece tanto a él…
Que irónico, ¿verdad? He matado antes. A personas de verdad. A cinco, dos de ellas totalmente inocentes. Pude mirarles a los ojos y acabar con sus vidas, pero no puedo matar algo que aún no existe porque su fantasma me mira con ojos tristes y acusadores.
Aun así creo que tengo que hacerlo, Camille. Porque echo de menos a Regulus con cada trocito de mi alma, necesito que vuelva a estar a mi lado. Y, sobretodo, porque mientras esto crece dentro de mí, convirtiéndome en una criatura deforme e hinchada (sí, lo se, el físico es lo de menos, pero no puedo evitar que me disguste cada vez más mi reflejo. Lo único bueno del aislamiento de Regulus es que no esta viendo cómo me estoy transformando en algo enorme y desproporcionado.), mientras más real se hace, más veces empiezan a corretear por mi mente pensamientos parecidos a los que tú debiste escuchar conmigo. Pensamientos como que no puedo seguir viviendo en Nunca Jamás si sigo con esto, que no quiero crecer del todo y "eso" me esta obligando a hacerlo. Empiezo a parecerme a ti, Camille, y eso me aterra más que nada.
Así que creo que tengo que hacerlo, tengo que beberme una de esas pociones en vez de tirarlas, porque de todas formas voy a terminar haciendo daño a ese niño de grandes ojos oscuros, aunque él no pueda entenderlo.
No se si puedo. ¡Me siento tan sola! Dolorosamente sola y perdida.
A veces, cuando me pongo firme y estoy a punto de beberlo de una voz por todas, una vocecilla en mi cabeza me susurra que se llamará Sirius. Y aunque odie ese nombre esa voz me desarma, porque ya tiene nombre. Y tiro la poción contra el suelo y lloro, mientras que noto a Sirius moverse dentro de mí. No quiero hacerle daño, Camille. No puedo. ¡Es tan condenadamente parecido a Regulus!
Pero tengo que hacerlo, ¿verdad? Porque nos parecemos mucho (me detesto por ello). Pero yo estoy un poco más cuerda y yo conseguiría matarlo. Y Regulus me quiere más de lo que Padre te quería y no lograría impedirlo. Mejor ahora, ¿verdad, Camille? No quiero, de verdad que no quiero. ¿Podrá perdonarme? No quiero. Pero no tengo más opciones. Debo hacerlo, ¿verdad, Camille?
Deneb.
Ni se te ocurra, mi adorada Wendy.
ResponderEliminarDame tiempo, saldré de este pozo de oscuridad de miedo, pero debes ser paciente, un poco más, solo un poco más...
Por nosotros, debes esperarme, y después yo lucharé por los dos.
Lo prometo.
Te ama
R.A.B.