martes, 30 de agosto de 2011

Dalia

Eres hermosa.

Eres hermosa incluso cuando tu piel está hecha jirones, incluso cuando desgarraron tu rostro. Eres hermosa incluso cuando tus huesos brillaban reflejando la luz de la hoguera en la que ardiste.

Eres terriblemente hermosa.

Porque, da igual lo que te hagan, seguirás brillando. Resplandeciendo. Eres la estrella más brillante del firmamento.

Tu luz es fría, pero quema. Oscura, pero ciega. Tu luz rompe la cordura para poder mostrarnos lo que está más allá de los cerrados límites de la mente humana.

Eres hermosa.

Podrías barrer ciudades con un gesto de tu mano. Podrías arrasar países. Podrías ser la soberana del mundo. Pero estás por encima de eso. Porque este mundo no puede aspirar a entenderte.

Me gustaría, ¡me gustaría tanto quedarme a tu lado! Me gustaría sentarme a tus pies, me gustaría dedicar mi vida a servirte. Porque tú me miraste, y viste dentro de mi lo que nadie jamás había visto, lo que nunca imagine que hubiera.

Te quiero. Quiero estar contigo. Nada me gustaría más. Pero no puedo.

Dalia, no soy libre. Mi alma no es libre. Lo sabes, y me rompió el corazón cuando lloraste por mí. Mi alma no es libre, y aún así… Te quiero, Dalia. Quiero estar contigo. Traicionaría cualquier cosa por ti.

Eres hermosa.

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