miércoles, 26 de octubre de 2011

Sol


La casa no era demasiado grande, pero sin él...

El pasillo parecía infinito, las paredes lejanas, el piano: Un mero objeto viejo y absurdo.

Le echaba de menos. Le echaba de menos tanto que casi dolía físicamente.

Hacía frío. Las corrientes de aire gélido recorrían la casa como espíritus silenciosos. Le había prometido que seguiría riendo, que no perdería la sonrisa, pero era incapaz de mantener su promesa. ¿Dónde estaría? ¿Estaría bien? Quiza estuviera deslumbrando a todos con el brillo cegador de su aura dorada, o quizá se estuvieran metiendo con él por su forma de vivir la vida, distinta de la de los demás. Y esa estúpida enfermedad había hecho imposible que ella pudiera acompañarle como hacía en cada uno de sus viajes, para desafiar con sonrisas perversas a quien osaran mirar mal a su marido, a su sol brillante, a la luz de su vida. 

Y ahora ¿donde estaba? ¿Por qué no le había pedido que se quedara con ella? Lo habría hecho, de eso estaba segura...

Pero ningún hombre, ni ninguna mujer, puede soñar con arrebatar la luz del sol al mundo. Ni siquiera ella. 

Estaba tumbada en la cama, apática, a pesar de haberse recuperado de su enfermedad. Y de pronto algo cambió dentro de ella, una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios y se le escapó una risita traviesa.

Y lo supo.

No hacía falta ninguna carta, ni que nadie se lo advirtiera. Estaba volviendo. Estaba tan cerca de ella que su alma ya podía notarlo y hacía que su corazón se agitase de alegría.

Se río contra la almohada al pensar que, si se lo contase a alguien, todos la tratarían como una loca, y tal vez tuvieran razón. Pero no le importaba.

Su sol volvía a casa. Por fin amanecía de nuevo.

1 comentario:

  1. Pues claro que no estas loca!! Tenemos una unión, UNA UNIÓN, asi que si yo regreso a tu lado... ES NORMAL QUE LO SIENTAS!!

    Ich liebe dich <3

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