Melancolía

¿Recuerdas lo que una vez te dije? Que si me iba, para ti sería como si nunca hubiera existido. No me creíste entonces. ¿Me crees ya ahora?

Era como si nunca nos hubiésemos visto antes de conocernos. Los dos somos despistados, pero para cada uno era como si el otro no existiera antes. Y entonces nos cruzamos, caminamos juntos. Es posible que yo te arrastrase desde el primer momento y tú te resistieras, pero al final caímos juntos.
Fue bonito, ¿verdad? Yo daba el mundo entero por ti, y tú seguías inaccesible. Pero el amor tiene esas cosas. Al final era justo al contrario; pero también hubo ese tiempo intermedio en el que nos teníamos el uno al otro, en el que nos queríamos con la misma fuerza, en el que nos bastaban nuestras sonrisas, nuestros besos y nuestros abrazos para alcanzar una felicidad que hasta entonces desconocíamos.
Y ahora nada. Te lo dije: Como si nunca hubiera existido. No iba a dejarte fotos, cartas o testimonios que te recordasen lo que ya no existe. No pude evitarte el dolor, pero sí que los recuerdos sigan atormentándote. Así que rompí con todo lo que nos unía, y tu hiciste lo mismo con tu parte. Sin rencor. Sin odio. Sólo llanto ahogado en el fondo de nuestros ojos.

No hablo sobre ti con nadie. Y se que tú haces lo mismo. Los dos somos de callarnos, ¿verdad? De ignorar los problemas, de sonreír en vez de complicarnos en buscar palabras. Si no lo dices en voz alta no es real. Si no hablas de ello no duele. Si no piensas en ello no existe.

A veces me muero de ganas por volver a irrumpir en tu vida. Por pedirte perdón, por decirte que ni te imaginas cuanto te he querido ni lo que te hecho de menos. Por poder mirarte una vez más esos ojos tan dulces. Pero no puedo. Tengo miles de defectos, pero entre ellos no esta romper las promesas.
Y te prometí que me iría, que no volverías a saber de mí.

Que sería como si nunca hubiera existido.