Transcripción tal cual de lo que escribí ayer de madrugada, medio dormida, al despertarme en mitad de la noche. Al menos esta vez recuerdo haberlo escrito...
Ella cierra todas las puertas y cada una de las ventanas de la casa. Porque ya no es su casa. Y cada rincón le trae demasiados recuerdos que mutilan en silencio su alma.
Recorre el camino que tantas veces ha recorrido, como en sueños. No llora. Sus ojos están tan vacíos como esa casa que ya no es su casa.
"VAMOS"
No quiere hacerlo, pero nunca ha podido negarse a esa voz oscura negra que brota de su propia alma.
Y lo hace. prende fuego a la casa que ya no es su casa.
No llora. No grita. No puede. Deja que el fuego sea su voz y su llanto, retorciéndose y agonizando en esas paredes. Su cara es una máscara inexpresiva.
Sombras y agua.
Y sufre. Y por dentro se rompe.
No espera, nunca espera que nadie la entienda. Nunca espera dejar de estar sola. Nunca espera encontrar un hogar cálido al que siempre pueda volver, que no deje de ser suyo. No lo espera, porque esperar y desear son dos cosas distintas. Porque el corazón es inconsciente y caprichoso, pero lo que el corazón desea la mente lo sabe. O lo niega.
La casa arde hasta los cimientos y ella no llora, aunque está rota de pena.
Porque ya no es su casa.
Y después de esto, me costó volver a dormir. Me inquietaba demasiado no saber si estaba dentro o fuera de la casa mientras ardía.
Lo sé. Como una puta cabra...
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