lunes, 10 de octubre de 2011

No entienden

Ellos no entienden.

No saben.

No sienten.

Están tan ciegos…

Dicen que no me quiere. B-man, los psiquiatras e incluso nuestros aliados. Dicen que no puede querer a nada ni a nadie. Ni siquiera a sí mismo. Pero ellos no han visto sus ojos. Ellos no han visto como brillan al mirarme. Ellos no entienden.

La risa se me escapa entre los dientes, aguda y suave. Él esta cubierto de sangre. Su traje, su pelo, su piel blanca como el papel, el cuero de sus guantes y el acero de su navaja.  Brilla, envuelto en una húmeda aura escarlata que deja un aroma metálico.

Se gira para mirarme. Aún encorvado es más alto que yo. Me asusta. Me atrae irresistiblemente. Sus ojos me paralizan como los de una serpiente. Se acerca a mí lentamente, con una gran sonrisa tatuada en sus labios rojos. Me acorrala contra la pared y aún no sé qué es lo que va a pasar. Con él nunca puedo anticiparme a nada. Tiemblo. 

De miedo. De deseo.

-Puddin…

Sisea, presionando mis labios con un dedo. Húmedo, caliente y son sabor a cobre. Cierro los ojos y él recorre mis labios con sus dedos enguantados, cubriéndomelos de sangre. Sangre que pertenece a la gente que acabamos de matar, que él ha descuartizado y repartido a nuestros pies.

No saben.

No sienten.

Reúno valor para volver a abrir los ojos y dejarme dominar por los suyos. No parecen humanos. No es del todo humano. Pero tienen un destello especial al mirarme. Y sé que me quiere.

Porque QUIERE matarme, y lo noto. Una parte de él se muere de ganas de matarme, mientras sus dedos dibujan caminos de sangre cerca de mi clavícula. QUIERE matarme y aún así no lo hace. NO PUEDE hacerlo. Más correctamente (y esto es lo que él no soporta) PUEDE matarme pero NO QUIERE hacerlo.

Porque me quiere.

Ellos no entienden.

No saben.

Sin dejar de mirarme, se inclina sobre mí y esta vez es su lengua la que recorre mis labios. Jadeo, incapaz de controlarme y le beso. Un beso nervioso, impaciente. Un beso con sabor a la sangre de esas personas que yacen en trocitos a nuestros pies.

Y su sonrisa se ensancha cuando me hace perder el control. ¿Qué control? Lo perdí hace demasiado tiempo. Y mi sonrisa se dibuja cuando sus manos recorren mi cuerpo. Porque no soy sólo la chica que ama al monstruo. También soy la que le hace amar. Aunque ellos…

Estén tan ciegos.

1 comentario:

  1. No saben lo que dicen, verdad?

    Ellos no entienden que cada bofetón es un "te quiero" y que cada navajazo es un "te necesito"

    Duerme conmigo... si hubiera querido me hubiese matado hace mucho

    Necesita de mi presencia como yo de la suya

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