lunes, 16 de enero de 2012

Princesa.

Para Nico:


Silencio.
¿Estás llorando?
Cállate.
Deja de moverte. 
Deja de llorar.

En fin, no sé por qué me sorprendo. Siempre has sido una princesita incorregible. Al menos hazme el favor de suplicar por tu vida con esos ojitos. No soporto tus ojos. Tienes ojos de ratón asustado. No soporto mirarlos...
Tú lo has querido...

¡Oh, estupendo! ¿Vas a seguir gritando así hasta que pierdas el sentido? Puedo volver a ponerlos en su sitio, pero no creo que vaya a servirte para mucho. Bueno, ahí los tienes. Ojos del ratón al revés. Lo siento, princesita, no puedo evitar reírme.  Tú, siempre tan preocupada por tus ridículos vestidos, tus ridículos peinados y tu ridículo aspecto. Tendrías que verte ahora. Ah, no, que no puedes... 

Ojalá pudiera verte así.

Ya hemos jugado demasiado.
¿No crees?
Silencio.
He dicho que te calles.
Tienes oídos, ¿no? ¿O quieres que también te los arranques?

No me culpes a mi. Yo no quería convertirme en esto. Yo no pedí ser un monstruo, pero mientras que tú vivías en la luz, yo me arrastraba en las sombras. Tu mundo era alegre e inofensivo porque lanzabas al mío todo lo que no soportabas. Cada insulto, cada temor, cada odio... Si, sobre todo odio. No lo soportabas y lo mandabas a mi mundo.
Y mientras tú reías mientras te arreglaban el pelo, creabas un monstruo sin ser consciente. Un monstruo que olvidabas, pero yo nunca te he olvidado. Un monstuo lleno de miedo, de dolor, de pensamientos oscuros, de locura, de odio. A tí. Un odio indescriptible. Un odio que me devora por dentro y nos devora a ambas.

Y ya he explotado.
Me has alimentado demasiado, princesa.
Así que he roto la barrera.
Una parte de ti siempre ha sabido que este día llegaría, porque yo lo sabía. 
Porque somos lo mismo.

No te preocupes, no tardaré mucho. Hemos perdido mucha sangre. El pulso me tiembla, y tu ya apenas gimes. No hay vuelta atrás. Las cuencas de los ojos me arden. Todo esta oscuro y rojo. Nos vamos juntas, princesita.
No me odies. Tú me creaste porque no podías soportarte. Pero no puedes huir de tu misma. 
Lo siento, princesa. Aqui termina todo.

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