jueves, 5 de enero de 2012

Cadeau

Vivimos al margen del tiempo.

No hay calendario, ni meses, ni días. Sólo el otoño que arranca las hojas secas que luego el viento gélido del invierno barre; o el sol del verano brilla dorado sobre las flores que adornaban la primavera, nos recuerdan que el mundo sigue girando. Eso y el reloj que aún tienes la manía de llevar siempre encima, después de todo, te encanta recordarme que eres británico.

Llevo años sin que me importe ni siquiera el mes en que vivo, pero este es una excepción. Porque a veces temo acostumbrarme a verte a mi lado cada día y, poco a poco, dejar de valorarte. No quiero dejar de tener detalles contigo. No quiero dejar de demostrarte que te sigo queriendo con la misma fuerza  que el día que te besé por primera vez.

Hoy es tu cumpleaños, aunque posiblemente no lo sepas. Así que cuando te propongo un paseo por el bosque aceptas sin sospechar nada, y cuando te pido que llevemos ropa más cómoda de lo habitual por si queremos trepar a los árboles o correr entre la maleza ni siquiera te preguntas si hay alguna intención escondida.  Caminamos de la mano entre los árboles y el olor a musgo y niebla. Te tapo los ojos riendo al llegar al claro y tu te dejas conducir confiado. Y entonces, tras un beso en tu hombro, te dejo abrir los ojos.

-No es gran cosa pero... Es tu cumpleaños y quería hacer algo por ti.

No respondes, simplemente miras en silencio las dos escobas, la pequeña caja que hay entre ellas y la forma en la que ha cambiado el claro.

Tu silencio me asusta y entrelazo mis dedos nerviosa. Sólo espero no haber hecho algo mal, no haber despertado tus demonios. Estás de espaldas y no puedo ver tu expresión, así que cuando el silencio se vuelve demasiado pesado para que pueda seguir soportándolo continúo con voz débil.

-Siempre escuché que eras un gran buscador. Así que... Puede que no tenga sentido porque, bueno, yo no soy muy buena en esto. Y Quidditch jugado sólo con buscadores... Bueno, je sais que, en fin, il n'est... Perdón, que no tiene mucho sentido pero... Je voulais juste...

Te giras, y suspiro de alivio al ver tu sonrisa y la amenaza de lágrimas brillando en tus ojos. Me abrazas atrayéndome hacia ti para besarme con urgencia, dejándome sin aliento. 


Y como cada vez que lo haces, mi corazón se desboca, aleteando como un pájaro aleteando con desesperación en mi pecho. Tus brazos acarician mi nuca y rodean mi cintura y yo respondo torpemente al principio, confundida por el sabor dulce de tus labios moviéndose ávidos, aunque sin perder ni un ápice de suavidad, contra los míos.

-¿No eres muy buena, Wendy? Sólo intenta no ponérmelo demasiado fácil.-Sonríes de medio lado, irresistiblemente, sin deshacer aún nuestro abrazo. Río y te doy un beso fugaz antes de que finalmente nos separemos para nuestras escobas.

-He dicho que no soy muy buena. Eso no significa que se me de mal. Tal vez sólo me falte práctica.

-Quien pierda paga prenda. ¿De acuerdo, francesita?

-D'accord.

Y aunque me vaya a esforzar al máximo, no me importa lo más mínimo ganar o perder. Yo ya gano todo lo que puedo pedirle al mundo cada vez que me sonríes. Porque te quiero con todo mi ser.

A toujours.

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