Me despierto, molesta. Tengo calor. El bulto de mi tripa me oprime el estómago. Es difícil encontrar una postura cómoda. También tengo sed. Me revuelvo en la cama, de mal humor. Estoy cansada y quiero dormir, pero esto no me deja.
Ferb duerme a mi lado. Uno de sus brazos descansa sobre mi tripa abultada. Respira de forma regular, profundamente dormido. Su pelo, de un intenso color verde está revuelto es desordenados mechones. Sigo queriendo acariciar y besar cada milímetro de su piel, pero ahora mismo otra emoción es más predominante.
Llamémoslo envidia. Envidia porque el pueda dormir tranquilamente mientras que yo me despierto a cada cuarto de hora luchando por encontrar una postura que me permita respirar con tranquilidad. Envidia porque mientras profesionalmente el sigue en su mejor momento, llegando a alcanzar cosas que parecían imposibles, yo hace meses que no puedo participar en ninguna misión, e incluso me han obligado a descansar, renunciando a mi entrenamiento y sólo puedo organizar los planes desde la distancia. Nada físico. Podría morirme de aburrimiento. Envidia porque él no tiene que cargar con este peso extra todos los días. Envidia porque él sólo vive la parte bonita, sin sentir las náuseas, el calor, los antojos...
Así que esa misma envidia es la que me da fuerza para arrancarle despiadadamente de su sueño.
-Ferb...-Le empujo del hombro susurrando su nombre. Despierta pestañeando desconcertado.
-¿Estás bien?-Su tono de voz es de adormilada alarma.
-Quiero un zumo.
Me mira unos instantes sin variar su expresión. Como si se preguntase si realmente he sido capaz de despertarlo sólo por eso. Trato de devolverle la mirada seria, preguntándome si podría llegar a odiarme por eso. Pero cuando al fin responde su voz no suena con rencor, ni siquiera resignada.
-¿De qué?-Como si fuera lo más normal y aceptable del mundo. Sonrío.
-Arándanos.
Ferb se inclina hacia mí para besar mi frente antes de levantarse bostezando. Clavo la vista en su espalda pálida y fibrosa, antes de reclinarme sobre las almohadas con una leve sonrisa. Le escucho trastear en la cocina antes de volver con un vaso en cada mano.
-Lo siento, no queda de arándanos. Traigo uno de frutas del bosque y un batido de fresa. ¿Te vale?
Pongo un mohín por respuesta. No hace falta más para que él se ponga una sudadera sobre el torso desnudo y busque en sus vaqueros las llaves del coche.
-Vuelvo enseguida.-Me promete, acariciando mi pelo antes de marcharse.
Suelto una risita. Una parte de mí se siente culpable, pero la otra la manda callar al recordarle lo injusto que es para las mujeres los embarazos. Thomas decide darme una patada, en protesta por como trato a su padre. Siseo acariciando mi tripa.
-Y tu no te quejes. Si no te movieras tanto todos podríamos dormir tranquilos.-Murmuro antes de tatarear una nana para que se tranquiliza.
Pero, como me doy cuenta cuando Ferb me despierta al meterse en la cama, la que se queda dormida soy yo.
-Estás frío...-Murmuro, somnolienta. Él se retira.
-Perdona. No quería despertarte.
-Tengo calor.
Le abrazo, agradecida del contacto frío y refrescante de su piel. El corresponde a mi abrazo, una de sus manos recorre mi espalda y la otra mi vientre. Sus labios se posan en los míos.
-Te he dejado el zumo en tu mesilla.
-Ya no lo quiero.
-Esta bien.-Contesta, simplemente. A veces pienso que es demasiado bueno para ser cierto.
Me apoyo en él, y al fin logro encontrar una posición cómoda, apoyada contra su cuerpo. Él bosteza, cansado.
-Descansa.-Susurra contra mi pelo.
-Te quiero, Ferb.
Noto como su respiración de congela unos instantes y casi siento como se estremece. No soy muy cariñosa. Nunca lo he sido. Me cuesta lo indecible decir un "te quiero". Y él lo sabe, lo comprende. Y sólo por eso los valora tanto.
Me estrecha con más fuerza entre sus brazos.
-Te quiero, Vanessa.
Y sólo cuando cierro los ojos vuelvo a sentir la imperiosa necesidad de beber algo dulce, fresco... Cómo el zumo de arándanos que descansa a una distancia que ahora me parece infranqueable, en la mesita de noche.
Para mí es normal que tu pidas, da igual el qué, mi alma fue cortada a tu medida y nací para amarte, asi que, por qué debería sorprenderme o negarme ante cualquier petición tuya?
ResponderEliminarTe amo, eso es lo único que debe importarnos.