Esperaban que fuese a Ravenclaw.
Más que nada, creo que esperaban que les siguiese a Ravenclaw. Son mis hermanos y me conocen, saben que odio estar sólo y supongo que esperaban que les siguiese a su casa para tenerlos cerca cuando les necesitase.
-Slytherin es una buena casa.-Me dice Hydra en el pasillo, como si necesitase que me lo recordase. Me han acompañado hasta las escaleras y se que si se lo pidiera me acompañarían hasta mi habitación o me dejarían colarme en su casa. Pero no quiero.
-Lo sé. Estoy contento.
-Si nos necesitas, sea lo que sea, estaremos a tu lado.-Dice Arcturus, poniendo una mano sobre mi hombro.
-Ni lo dudes.-Secunda Hydra.
Sonrío ampliamente en respuesta.
-Si os necesito lo sabréis.
Aún soy más bajo y delgado que ellos, y sé que mi pelo rubio y mis ojos infantiles me siguen dando aspecto aniñado e inocente. Mucho más aniñado e inocente de lo que me siento.
Camino hacia la sala común siguiendo a los otros Slytherins observando y evaluándoles mentalmente. Odio estar sólo, así que necesito buscar mis futuros compañeros. Y buscar los mejores.
Una chica nueva, como yo, me sonríe tímidamente, y yo esbozo otra sonrisa distraída antes de dejarla atrás. No quiero a alguien que esté tan perdido como yo. Necesito a alguien mayor, alguien que conozca esto, que pueda protegerme. Aunque también necesito alguien cálido, alguien se me preocupe por mí y que me reciba con una sonrisa.
No conozco mucho del mundo, pero sí de esa sensación de sentirte abrazado por el yin y el yan, de estar en el centro del equilibrio, completamente arropado por dos fuerzas que se complementas entre sí.
Wendy y Peter.
Mamá y papá.
Arcturus e Hydra.
Yin y yang.
Llegamos a la sala común y mientras los prefectos nos la enseñan y nos explican las contraseñas yo sigo evaluando a mis compañeros de casa. Y cuando empieza la fiesta que los mayores han montado me voy pasando por todos los pequeños grupos, sonriendo, bromeando, mostrándome encantador o admirándoles según considero conveniente. Y en pocos minutos todos se saben mi nombre y me llaman para preguntarme cosas sobre mí o invitarme a sentarme con ellos.
Mi primera noche y ya me muevo como pez en el agua por la sala verde y plata. Pero, a pesar de lo que muestro, no estoy tan contento. Necesito encontrar a alguien en quien confiar realmente. No alguien a quien manipular. Me resulta muy fácil hacer que la gente confíe en mí, ¿por qué me cuesta tanto encontrar a alguien en quien poder confiar?
Y la noche pasa, y cuando todos duermen yo me quedo despierno en mi cama. Lejos de Nunca Jamás. Lejos de papá y mamá. Lejos de mi campanilla. Sé que ellos estarán pensando en mi, pero eso no hace que me sienta menos sólo.
Cojo mi manta y bajo en silencio hacia la sala común cuando les oigo:
-¡Scorpius! ¡Puede venir cualquiera!
-¿Quieres dejar de lloriquear por todo?
-Es que… Si alguien bajase…
-¿Qué?
La primera voz murmura algo inaudible, avergonzado. La segunda suelta una carcajada.
-Te he echado mucho de menos.
-Y yo a ti, Albus.-Contesta la segunda, conmovida.
Dulce. Tímido. Indeciso.
Fuerte. Travieso. Protector.
Ying Yang.
-¿Hay alguien ahí?-Pregunto con voz débil. Me sigue un silencio antes de que Scorpius conteste.
-¿Quién demonios eres?
-Es mi primera noche y… Mis hermanos están en otra casa, nadie se esperaba que viniese a Slytherin…-Contesto eligiendo con cuidado cada palabra, cada pausa y el tono triste de mi voz. Voy bajando lentamente las escaleras según hablo y me siento en el último peldaño escogiéndome bajo mi manta hasta convertirme en un bulto pequeño.-Me siento muy sólo.
Tras otro silencio unos pasos se acercan y alguien me acaricia la cabeza. Cuando alzo la vista, unos amables ojos verdes me sonríen tras unas pequeñas gafas.
-Tranquilo. Puedes estar con nosotros. Yo soy Albus.
Lo sé. Y tu forma de actuar permisiva y dulce me recuerda a la de mamá. Y por eso te he elegido. Y también sé que el chico rubio que me
observa de brazos cruzados detrás tuya es Scorpius Malfoy, y que, como a papá, a él no me será tan fácil manipular, pero que con un poco de tiempo me protegerá de cualquiera que ose mirarme mal.
Ying Yang.
Os encontré.
Sois míos.
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