Abro los ojos al escuchar unos pasos acercarse a la habitación.
Años de dedicarme a ser agente del mal y espía me han preparado para esto.
Me desoriento. ¿Dónde estoy? ¿Y quien está tendido a mi lado?
Los pasos se acercan y mi corazón se acelera mientras me incorporo, hasta que él me acaricia los brazos.
-Tranquila.
-¿Ferb?
Y entonces lo recuerdo todo.
La misión de la noche anterior. La forma en la que Ferb y yo escapamos por los pelos a las tantas de la madrugada. El agente que me vió sin casco y que podría reconocerme. Y la coartada que me propuso Ferb si me iba con él a su casa. Nadie iba a dudar si él decía que habíamos pasado la noche juntos.
Así que habíamos llegado a su cuarto, riéndonos en silencio para no despertar a Phineas. Nos habíamos tendido juntos y entonces…
Bueno, tal vez no recordase todo. Pero era fácil deducir que el agotamiento había hecho que cayesemos dormidos inmediatamente.
Los pasos se detienen junto a la puerta y el picaporte gira. Gimo en un susurro. Es absurdo que arriesgue mi vida casi a diario pero que esta situación me supere. Pero me siento demasiado incómoda con la idea de enfrentarme a la sorpresa de la familia de Ferb.
Como si leyese mi mente, me abraza arropándome con la manta.
-Sólo finge estar dormida.
-¡Phineas, Ferb! ¿Habéis cogido mi pinta uñas rosa para alguno de vuestros inventos?
La voz de Candance es estridente como mínimo. Cierro los ojos, semiocultando mi rostro contra el pecho de Ferb. Me gusta sentir el latido de su corazón.
-¡Candance! ¡Vas a despertarla!
Tanto mi respiración como la de Ferb se detienen ante el comentario adormilado de su hermano. ¿Sabe que estoy aquí? ¿Estaba despierto cuando llegamos? Con el simple hecho de pensar esa posibilidad noto como toda la sangre se me sube al rostro.
-Un poco tarde, pero no pasa nada. ¡Conseguí la insignia de madrugar todos los sábados de un mes!
-Vaya, Isabella. Pensé que ya no te quedaban logros por conseguir.
-Hay nuevos retos cada día. ¡Sigue siendo emocionante seguir con las girl scoutt!
-¡Mola!
-¡Bueno! ¿Sabéis donde esta mi pinta uñas o no? ¡Jeremy va a llegar de un momento a otro y…!
-¡Buenos días chicos! ¡Buenos días Isabella! ¿Os apetecen tortitas?
Ahogo un suspiro contra el pecho de Ferb preguntándome mentalmente si puede entrar alguien más en el cuarto y cómo es posible que no hayan reparado en mí cuando unos pasos responden a ambas preguntas.
-Me voy al trabajo, cielo. ¡Chicos, no deis trabajo a vuestra madre! Vaya, Ferb, ¿Quién es tu amiga?
El silencio que sigue a la pregunta en tono casual del señor Fletcher me pesa como una losa. Me giro lentamente pestañeando para tratar de parecer medio dormida.
-Eh… Buenos días.
La sábana se resbala por mi espalda y Ferb la atrapa antes de que caiga del todo, pero lo bastante tarde para que sea evidente que estoy desnuda. Todo se detiene unos segundos imposiblemente largos en los que nadie se mueve. Clavo la mirada en el pijama fucsia e infantil de Isabella, lo que hace que me sienta aún peor.
-Oh, no sabía que… ¡Me alegro hijo!
-Yo también estoy muy contenta, cielo.
Espera, ¿qué me he perdido? Atonita, mi mirada va de sus rostros sonrientes a Ferb que alza el pulgar en silencio.
-¡Ferb! ¡Tenías que habérmelo contado! ¿Por qué no lo has hecho? ¡Hablamos todo el tiempo!
-Oh, a algunas de mis amigas no les va a gustar… Vanesa ¿No eres un poco mayor para estar con Ferb?
-¡Para nada! Hacen una pareja fantástica.
-Estoy de acuerdo, cielo.
-¡Mamá! ¿Te has olvidado ya de mi pinta uñas o qué?
Poco a poco, y formando un escándalo, todos se van de la habitación y ¡por fin! puedo levantarme y buscar mi ropa por el suelo de la habitación. Ferb no se mueve, sólo sigue mis movimientos divertido. Creo que es el único que nota el rubor de mis mejillas.
Me giro furiosa.
-Recuérdame que nunca, NUNCA, volvamos a pasar una noche aquí.
Tranquila Vanessa, para mí tampoco es que haya sido una situación muy cómoda...
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