El hielo me abraza. El aire gélido acuchilla mis pulmones, se adhiere a cada milímetro de mi rostro arañándolo.
Quería frío. No puedo quejarme.
Grito en silencio. Quisiera poder gritar de verdad. Respiro con dificultad. Y lloro. No sabes lo que duele llorar cuando el frío es tan indomable. ¿Has visto una lágrima congelada? ¿Te has arrancado alguna vez de tu piel ese pedacito de hielo que brota del alma?
Es lo que yo quería, así que no tengo derecho a quejarme.
También quise ser olvidada. También pedí poder marcharme cuando quisiera, ser nómada, no importar a nadie. Así que no tengo derecho a sentirme así por conseguir lo que quería. Y lo sigo queriendo, pese a las lágrimas. Es más fácil vagar a donde mi estrella me guíe si nada ni nadie me ata a ningún lugar en concreto.
Romper todos las cadenas antes de que duelan cuando tenga que marcharme.
Por que tendré que marcharme.
Es lo que quería, es lo que sigo queriendo. Pero a veces duele. Dios, ¿a quien miento? Siempre duele, pero hay veces que es imposible olvidar ese dolor que normalmente escondo sin problemas en algún lugar de mi alma.
domingo, 12 de febrero de 2012
domingo, 5 de febrero de 2012
Todo esta bien.
Todo esta bien.
Nuestro mundo es casi perfecto.
Todos trabajamos, luchamos un poco para alcanzar esa comodidad que nos merecemos. Y, sí, ayudamos a quien podemos. Pero de tres a cuatro los miércoles, por que es cuanto podemos permitirnos sin que nos afecte a ese estilo de vida por el que tanto nos hemos esforzado.
Y nuestro mundo es perfecto. Es fácil. Puede que no todos tengamos las mismas comodidades pero en este maravilloso primer mundo todos tenemos casi las mismas oportunidades y quien no las aprovecha es culpable de su suerte.
Es agradable creer eso.
Es fácil creer eso.
Es mejor para nuestra propia felicidad creer eso que darnos cuenta de que hay quien vive en su propio infierno en la casa de al lado. Pero, ¿quien somos para meternos en su vida? Es complicado, es difícil, es frustrante.
No.
Mejor lo olvidamos.
Mejor decidimos que son culpables en cierta medida de su propio infierno, ignorando que son los más débiles, que no tienen nadie a quien recurrir, que no tienen ningún sitio a donde ir. Ni siquiera nadie que les diga que les importan, que estarán a su lado si no necesitan.
Mejor decidimos que es un inmigrante quitándonos nuestro puesto de trabajo, en vez de comprender que esta huyendo de algo tan terrible que merece la pena enfrentarse a un mundo desconocido en un idioma desconocido. Mejor decimos que es una niñata tratando de llamar la atención en vez de comprender lo sola y desolada que debe de sentirse esa adolescente al tratar de quitarse la vida. Mejor ignoramos a ese niño problemático en vez de darnos cuenta de que es un niño que no tiene a nadie que le abrace por las noches, no tiene un padre ni una madre que le diga que le quiere, que se preocupe por el, que le haga creer en el mismo.
Mejor cegamos nuestros ojos con el show más absurdo que nos escupa la tele, y tapamos nuestros oídos con la ultima canción enlatada que nos sirva el cantante pop de moda.
Eso sí, pagando por la música y la tele por cable, no nos vayan a confundir con esos desalmados que apoyan la piratería, perjudicando a las estrellas que admiramos. Y es que eso es de no tener corazón...
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