Condena.
La noche lucía
sus ropas más negras,
su manto escondía
todas las estrellas.
Los lobos aullaban
a la luna llena.
En la vieja torre
sangraba de pena
el corazón roto
de una doncella.
Su amor la olvidó
pero ella aun le espera.
La muerte llegó,
dulce y placentera,
pero ella no pudo
romper su promesa:
Su cuerpo en la tumba
su alma se queda.
En los corredores
y frías escaleras
se oyen los lamentos
de la dama muerta.
Y vaga llorando
su eterna condena.